Épocas del emo

Se dice que el EMO tiene tres épocas principales

La primer época

 

 

 

 

Ian Curtis, vocalista de Joy Division

 

 

 

La primera se da a mediados de los años ochenta, con la realización del disco homónimo de una banda llamada Rites of Spring. La banda encaminaba de manera más personal los principios básicos del hardcore, las emociones se hacían cargo del trabajo totalmente y definían un estilo interesante y conmovedor. Una pasión desmedida por la soledad, la introspección y las remembranzas en general es mostrada de principio a fin.

El último de los deseos de Guy Picotto, vocalista y líder de la banda, era dictar patrones de vestimenta o de comportamiento. Rites of Spring no se presentaba en vivo tan seguido como se hubiese deseado.

Esa razón, sumada a la energía y derroche de "ultrasentimiento" y desgarre emocional, hicieron de las pocas presentaciones una especie de leyenda. Se dice que eran inigualables a cualquier acto en vivo de la época. Nace el llamado emocore, o simple y comercialmente llamado emo.

La banda no tuvo una historia larga, pero lo que está bien hecho no necesita de una carrera de 20 años y 30 discos para dejar un legado importante en la historia de la música. Un ejemplo clarísimo de esto es Joy Division, quienes con tan sólo dos discos de estudio marcaron a varias generaciones de músicos que quisieron y siguen queriendo repetir la fórmula ejecutada por aquel cuarteto inglés.

 

 

La segunda época

 

Podemos también decir que uno de los personajes más importantes de aquel movimiento era Ian McKaye, vocalista de la banda Fugazi. McKaye, junto al ya mencionado Guy Picotto, más Joe Rally y Brendan Canty, hicieron aún más popular este nuevo sonido y esparcieron la semilla, casi casi sin querer, a un público más grande, por ahí de 1987.

Los métodos de distribución y promoción de su música eran delimitados por ellos mismos. Al principio no hacían videoclips, los boletos para ver la actuación en vivo de Fugazi no rebasaban los cinco dólares. Esto forma parte ya de la segunda generación emo. La distancia se hace larga y la influencia del hardcore se desvanece poco a poco.

Jawbox fue una banda importantísima en esta segunda etapa. El sonido se tornaba cada vez más personal y experimental. Era difícil mantener los lineamientos no firmados del emo, y hubo muchas bandas que desviaron su camino y se convirtieron en algo totalmente diferente.

Burning Airlines y Sense Field fueron de los estandartes también en esta etapa; uno de los más destacados son Sunny Day Real State, quienes con sus dos primeros discos determinaron el sonido definitivo del género. El nuevo sonido cambiaba de sede y se mudaba a Seattle. Y no paró ahí.

 

 

 

La tercer época

 

 

 

En la tercera parte de la historia, el género se mudó a Nueva York y bandas como The Get Up Kids, A Static Lullaby, Taking Back Sunday y hasta Jimmy Eat World formaron la alineación del emo en esta etapa. Los sonidos se combinan más y la definición se vuelve cada vez más difícil. Digamos que el emo como tal se conocía, desaparece y da paso a una serie de subgéneros.

El género emo sufre un secuestro, es tomado por las grandes corporaciones discográficas, lo mezclan con un poco de actitud rarita, un poco de imagen chistosita, una pizca de pop, un montón de maquillaje, ¡y listo! los millones de dólares empiezan a llegarles por sí solos. Nace el emo o fake emo, como algunos de los especialistas lo han denominado. Bandas como Silverstein, My Chemical Romance, Panic! At the Disco, Fall Out Boy, The Used y 30 Seconds to Mars se convierten en las nuevas boybands y su éxito comercial es incontrolable. Un maniquí más al aparador de estereotipos. Pero la sociedad está llena de ellos, ¿será muy malo tener uno más?

El nuevo género se distingue, más que por la música, por patrones de comportamiento y vestimenta. Para ser emo, se tiene que aparentar estar muy triste o muy enojado, esto se refleja en los pantalones y playeras negras, que hacen buena combinación con las detalles en rosa. Un especie de códigos darks y punks combinados con símbolos de muerte y nula esperanza. Paradójicamente, la gente que se inclina por este movimiento es feliz así y, al final, eso es lo que cuenta y de ahí que se rescate un poco de dignidad y sentido.